-¿Recuerdas, Lolita, cómo era todo al principio?
-Sí, lo recuerdo. Recuerdo que ahorré mucho para comprar mi primer vestido, que mis primeros coords eran muy muy sencillos, recuerdo algunos errores que cometí, pero he mejorado.
-No te he preguntado eso, Lolita. Te pido que recuerdes bien, que rememores a qué olía el aire cuando empezaste a leer sobre ésto, la textura de tu primera prenda, la primera vez que terminaste una prenda hecha por tí misma. Recuerda, Lolita, recuerda; recuerda cómo te sentías cuando todo lo que veías tenía una posibilidad de ser precioso, cuando por muy pobre o inexperta que fueras todo te parecía genial y no había nada que no pudieras conseguir porque todo te parecía fácil. Recuerda cuando hacías coordinates muy sencillos y un poco raros pero que te hacían sentir la más felíz, la más hermosa; recuerda la sensación de llevar algo que no era en absoluto adecuado y aún así te sentías como la mejor lolita del mundo….
¿Lo recuerdas? Bien, pues no lo olvides nunca, nunca, porque por mucho que hayas aprendido, por mucho que hayas mejorado ésa era tu esencia, Lolita, no la olvides nunca; no te dejes llevar por el lujo y la extravagancia, no te dejes llevar por lo “correcto”, “acertado” o “adecuado”; hazlo como tú: Único.
Ahora que sabes todo lo necesario, vuelve al principio.
Como en el mito de la Caverna el que ha conocido el Sol vuelve al mundo de las Sombras, ahora debes volver a explorar.
Como en las teorías de Descartes, ahora que has sido instruida es hora de que olvides todo lo que te enseñaron para encontrar nuevas soluciones tú misma.