Érase una vez una pequeña Lolita. Llevaba poco tiempo en el mundo Lolita, y observaba todo a su alrededor con emoción. el mundo Lolita tenía dos hemisferios: El hemisferio Norte, donde hacía un poco de frío y se hallaba cubierto de bosques misteriosos, catedrales antiguas y algunas otras cosas un tanto oscuras pero irremediablemente bellas. En ése hemisferio sus habitantes solían vestir de colores oscuros, y hacían picnics y fotos cuando se reunían en pequeños palacios un poco tenebrosos.
En el hemisferio sur, por el contrario, hacía un poco más de calor, el Sol brillaba amablemente y un Arcoiris lucía en el cielo. Estaba cubierto de carruseles adorables, de construcciones caprichosas y parques de atracciones, incluso los árboles eran de algodon de azúcar de distintos colores. Allí sus habitantes vestían como el arcoiris, de bellos colores suaves que le recordaban su niñez.
Pero los dos hemisferios no estaban confrontados, sino que dentro del mundo Lolita todas eran compatriotas, no existían los países, y en muchas ocasiones los habitantes de unos y otros lugares viajaban, intercambiando su aspecto según el hemisferio en el que se encontraban. Todos eran ciudadanos del mundo Lolita.
Ésta pequeña viajera que acababa de encontrar el pasadizo a ésta nueva dimensión tenía la suerte de contar con una hermana mayor, que la aconsejaba, no sólo sobre lo que debía comprar, hacerse, ponerse o cómo combinar colores, sino también acerca de todo lo que conllevaba ser un ciudadano de ése mundo, y le decía:
-Pequeña, el Lolita nace desde dentro, debes cultivar la filosofía y la lectura, los buenos modales sin rallar en lo obsesivo o la cursilería. Has de ser una ciudadana equilibrada y culta, y sobre todo abrir los ojos y aprender de todo lo que veas que te parezca adecuado para tu persona.
La pequeña Lolita estaba encantada, apreciaba la luz, el color, pero también el romanticismo de la sombra, pronto se convirtió en una ciudadana ejemplar para sus coetáneas, incluso se atrevió a tomar bajo su tutela a alguna otra pequeña Lolita recién llegada.
Otra pequeña Lolita llegó a través del pasadizo dimensional, pero ella no tuvo tanta suerte. Por desgracia no todos los ciudadanos de ése mundo eran tan ejemplares, y pronto aquellas que debieron ser sus hermanas mayores comenzaron a criticarla en vez de a enseñarle, porque eso no era adecuado para ése mundo, porque tal cosa no tenía calidad, porque debía comprar ésto y aquello.
Ésta pequeña Lolita pronto comenzó a perder la ilusión por el nuevo mundo, y se tuvo que enfrentar a una cruel decisión: Convertirse en aquello que todos querían, sólo para encajar o volver al otro mundo, gris, apagado y sin vida.
Pronto la pequeña Lolita desistió, y volvió por donde había venido, con lágrimas en sus ojos, porque cuando creía haber encontrado el paraíso, había sido cruelmente rechazada y expulsada del mismo.
Moraleja: Las nuevas Lolitas son la sangre del futuro, si no cuidamos de ellas, pronto huirán de nuestro mundo. Hay que guiarlas, con paciencia y tesón, disponiéndo toda la información que podamos para que puedan aprender rápidamente. No hay que descartarlas porque lleven tal o cual cosa, nosotras también fuimos en su día viajeras recién llegadas a éste mundo y tuvimos personas que nos acogieron con los brazos abiertos, convirtámonos hoy en sus anfitrionas, en sus benefactoras, para que el día de mañana ellas puedan hacer lo mismo con otras viajeras. Si les enseñamos la pedantería, el elitismo y la falta de respeto éso es lo que aprenderán, si es que no salen huyendo, claro.